He de reconocer que no soy de ciudades. Disfruto mucho más en cualquier pueblecillo o en mitad del monte que en cualquier ciudad. Pero, claro, cuando viajas a otro país debes, al menos, pisar alguna que otra. Y, en esta ocasión, me encantó.
Salzburgo y «Sonrisas y Lágrimas»
Cuando llegamos a Salzburgo y conseguimos aparcar dimos un paseo por la orilla del río, viendo a lo lejos el casco antiguo, con sus típicas cúpulas verdes asomando, y, dominando la ciudad, la fortaleza de Hohensalzburg. No puedes evitar pensar en la película “Sonrisas y Lágrimas”, que, por cierto, hay tours turísticos que te llevan exclusivamente a los escenarios donde se rodaron las distintas escenas. Tengo que decir que fue la banda sonora de nuestro viaje a Austria porque a mis hijas les encanta la película.
Nuestro paseo empezó en la calle Getreidegasse. Es la calle comercial. Aquí se encuentra la vivienda donde nació Mozart. Es fácil de reconocer: donde veas un cúmulo de personas haciéndose fotos ¡ahí es! Lo que nos sorprendió fueron los letreros de forja que indican los comercios, todos respetando el estilo, desde él de Zara como él de McDonalds.
Te adentras en el casco y empiezan a ensancharse las calles y se continúan las plazas. En la plaza de la Universidad se encuentra la iglesia de la Universidad en la que su altar mayor te deja con la boca abierta: de un blanco inmaculado, todo tallado en la piedra, que parece que los angelitos van a salir volando. Muy bonito.
La plaza de la Residencia es enorme. Se antepone a la Domplatz, donde se encuentra la Catedral. La entrada es gratuita aunque hay un vigilante en la puerta con un cestillo para dar la voluntad. Le debimos de caer en gracia y, con un perfecto español, nos indicó todo lo que teníamos que ver.
Saliendo de Domplatz comenzamos la subida hacia la fortaleza. En seguida te encuentras una taquilla y el funicular que sube y baja de la fortaleza. Hay varios tipos de entrada:
1. Subida y bajada en el funicular más la entrada (ticket familiar: 26,60€). El ticket se compra allí mismo.
2. Subida a pie y bajada en el funicular más la entrada (ticket familiar: 20,40€). El ticket se compra en la misma puerta de entrada a la fortaleza.
Te recomiendo la segunda opción. Es una buena cuesta, sí, pero la subida es preciosa. Tienes las cubiertas de los edificios a la altura de los ojos y, además, a mitad del camino, hay un desvío donde te lleva a la abadía de Nonnberg (donde Fraulein María era novicia en “Sonrisas y Lágrimas”, o “The Sound of Music” como la conocen allí).
El castillo en sí, bueno…. Un poco más de lo mismo. Lo que sí merece la pena son las vistas desde arriba: Salzburgo a tus pies. También tienen una exposición de marionetas, que aunque era pequeña, tenía su encanto. A las niñas fue lo que más les gusto.
Al bajar, ya en el funicular, pasamos a ver el cementerio de San Pedro, también escenario de la famosa película, en este caso, el momento en que la familia Trapp está escondida antes de su huida del país. Chulo, muy chulo. Diferente a los que podemos ver por aquí. E igual que en la película: unas grandes lápidas protegidas por grandes verjas cubren los muros del cementerio y todo el interior cubierto de tumbas. También puedes visitar las catacumbas que están excavadas en la roca.
Por último fuimos a ver los jardines de Mirabell. ¿Cómo no lo íbamos a visitar, donde los niños del capitán Von Trapp cantan la conocida canción “Do, re, mi”? Lo mejor fue, ver unas tres o cuatro chicas con el teléfono en la mano, viendo la escena de la película y desarrollándola tal cual, con los jardines llenos de gente, y la familia grabando. No me extraña que en Salzburgo exploten todo lo que tenga que ver con “Sonrisas y Lágrimas” hasta la saciedad.
Nuestra visita a Salzburgo acabó en un parque infantil cerca de los jardines con las peques jugando después de un día intenso.
Salzburgo y la sal
A unos 20 kilómetros al sur, en Hallein, aprendimos el por qué de la riqueza de Salzburgo y su nombre: todo proviene de la sal, el “oro blanco”. El descubrimiento de las minas de sal, tan preciada desde el origen de los tiempos en una zona tan alejada del mar, otorgo a la región una gran prosperidad . Tanto, que fue motivo de enemistades y guerras.
Aquí hay una mina que se puede visitar y es divertida desde el momento cero. Además tuvimos la suerte de que, ese día no sabemos que festividad era, pero las entradas nos salieron mucho más baratas de lo que pensábamos. Comienza la visita dándonos una especie de trajes blancos (suponemos que es para no mancharnos) que a cuál más gracioso. Nos montamos en un trenecito que utilizaban los mineros para acceder a la mina. Una vez que entramos seguimos andando. Durante el recorrido tenemos que bajar a otras galerías, y para ello utilizamos los toboganes que usaban los mineros. Otra cosa curiosa es que la mina está lindando con Alemania, así que, en un momento concreto, pasamos la frontera. La visita es muy interesante, sobre todo porque desconocía todo esto, además de muy entretenida.
GLÜCK AUF!!, decían los mineros… ¡¡BUENA SUERTE!!
Recorrer Austria en furgo fue genial. Buscábamos sus montañas, sus prados verdes, sus glaciares. Pero conocer ciudades como Innsbruck y Salzburgo, tan agradables y elegantes fue una delicia.
Seguro que volveremos.
Ubicación:
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