Viajar en familia muchas veces no es fácil: cuando los niños o niñas son pequeños porque son pequeños y cuando son mayores porque son mayores. Cada etapa tiene lo suyo, pero en lo que coincidimos siempre es que el viaje lo tenemos que disfrutar todos por igual. Por eso, en nuestros viajes intentamos que haya actividades para toda la familia, que nos divirtamos y riamos juntos.
En nuestro viaje a Pirineos no todo fue andar por la montaña, cosa que a nuestras hijas les da una pereza tremenda hasta que se ponen a caminar y andan mejor que nadie. Buscamos actividades que seguro que les iban a encantar… ¡y a nosotros! En familia mucho mejor.
Pirineos y verano equivalen a deportes acuáticos que no siempre tenemos opción de realizar. Y algo que teníamos muchas ganas de probar era el rafting y ¿qué mejor lugar para hacerlo? Tuvimos la suerte de realizarlo con una empresa que ya conocíamos de nuestro viaje a Andorra. Su profesionalidad hizo que fuesen los elegidos para hacerlo porque, lo que tenemos claro es que, en actividades de aventura no todo vale. La seguridad es algo primordial a la hora de hacer algo así.
Así fue nuestra experiencia realizando rafting en familia con Rocroi en el río Noguera Pallaresa, en Lleida.
Llavorsí es un pequeño pueblo de arquitectura típica del Pirineo catalán ubicado en la parte baja del valle d’Aneu, muy cerca del parque nacional de Aigüestortes. En nuestro viaje, bajando del puerto de la Bonaigua, cruzamos todo el pueblo, camino de Sort, para llegar al centro de actividades de Rocroi.
Después de dejar la furgo en el parking a la hora acordada estábamos en la zona de recepción. Una vez que estuvimos allí todo el grupo que se disponía hacer rafting nos dieron el material: neopreno y escarpines. Nos cambiamos en los vestuarios y nuestras pertenencias tuvimos que dejarlas en la furgo, dejando luego las llaves en recepción.
El personal de Rocroi, antes de repartir los chalecos y cascos, nos dieron unas pautas de seguridad: postura que deberíamos llevar dentro de la balsa, cómo coger el remo, seguir las indicaciones del monitor que vendría con nosotros, en caso de caída cómo reaccionar,… Todo muy claro y conciso.
Ya todos preparados nos subimos al autobús de la empresa, y nos desplazamos al inicio del rafting, un pequeño meandro en el mismo pueblo de LLavorsí. Una vez allí nos distribuyeron en distintas balsas, cada uno con un guía. Nosotros cuatro íbamos junto a un simpático señor de setenta y muchos años que todos los años hacía una bajada porque le encantaba esa descarga de adrenalina, aunque su mujer no estaba muy de acuerdo. Como ves, el rafting es apto para todos los públicos, bueno, casi todos. En Rocroi permiten el descenso a partir de 6 años en verano, aunque también depende del caudal que lleve el río.
Jaime, el monitor que vendría con nosotros, nos volvió a contar cómo debemos colocarnos y la posición adecuada según nuestros pesos, cómo debíamos remar, cómo nos daría indicaciones concretas durante el descenso, y medidas de seguridad para que el viaje fuese divertido y sin riesgo.
Una vez en la balsa hinchable o raft comenzaría lo divertido.
El primer tramo, de unos 4 kilómetros,es más bien una toma de contacto. El agua corre a bastante velocidad pero no es hasta llegar a la altura del centro de Rocroi donde viene el primer rápido importante, “la lavadora”, donde nos damos cuenta de lo que nos espera. Remando con todas nuestras fuerzas, ayudando a Jaime que es quien ejerce de timonel, como si fuera un tobogán de agua en que parece que el morro del raft se va a clavar de lleno, entramos en este rápido con una mezcla de miedo y diversión.
Durante el siguiente kilómetro la velocidad del río disminuye considerablemente. Tanto es así que podemos darnos un bañito en el río, siempre sin soltarnos de la balsa y confiando en que los que quedan arriba te podrán ayudar a subir. No hay que pensárselo mucho porque la balsa sigue navegando y los próximos rápidos están cerca.
Después llegan los rápidos más largos, que se unen unos con otros. Olas, pasos estrechos, subidas y bajadas, hacen que no se te borre la sonrisa de la cara, aunque alguna cara de susto aparece de vez en cuando.
A partir del puente de Gulleri,en la mitad del recorrido más o menos, se encuentran los rápidos con más intensidad, como “la isla” o “el saca mocos” (con este nombre ya te lo puedes imaginar).
Los últimos 3 kilómetros son más tranquilos, donde ya nos pudimos relajar y hablar sobre lo vivido. Mención especial a nuestro guía con el que flipamos sobre el manejo que tiene en el agua. Qué capacidad de controlar el raft en cada momento.
Ya en Rialp, nos recogieron de nuevo y nos llevaron al centro de actividades donde nos duchamos y cambiamos. También puedes relajarte en el chiringuito que tienen en el centro y ver las fotos que hacen en cada recorrido.
En nuestra opinión el rafting y este tramo nos pareció muy divertido y poco peligroso si cumples con todas las normas de seguridad que te indican.
Para relajarnos después de tantas emociones y después de prepararnos una pizza en la furgo para comer, nos desplazamos valle arriba, hasta el centro acuático que dispone Rocroi en el lago de Torrassa, en la Guingueta. Aquí pudimos recorrer durante un par de horas el lago en canoa, incluso probar el paddle surf , al son de la paz que se respira allí.
Ese día dormimos como unos campeones. Nos dolía todo el cuerpo después de un día completo donde hubo de todo: diversión, nervios, risas,… Comprobamos que el rafting en familia mola muchísimo y que, una vez más, Rocroi no nos decepcionó.
Muchísimas gracias a Rocroi por permitirnos disfrutar de esta experiencia en un entorno espectacular.
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