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Nuestra Navidad en Laponia: tras la aurora boreal

¡Por fin hemos conseguido pasar la Navidad en Laponia! 2014 ha sido “el año”. ¿Por qué? Porque Lucía con 10 años se nos hace mayor, Claudia está más ilusionada que nunca con Papá Noel y nosotros, con más ganas que nunca de viajar a Laponia. Así que, después de pensarlo mucho y ver cómo podíamos abaratar el viaje, agitamos nuestra varita mágica y ¡tachán!… el 21 de diciembre volábamos a Laponia finlandesa dispuestos a vivir una Blanca Navidad, nuestras primeras navidades fuera de casa.

Esta vez no viajamos con nuestra furgo, no por falta de ganas. El viaje es muy largo y muy cortas las vacaciones. Además, las condiciones atmosféricas no eran muy propicias para nuestro vehículo. Sin neumáticos “artic extrem” circular allí en pleno invierno, a -30º, es inviable. Sin pensar que tendríamos que levantar el techo para poder dormir los cuatro, aunque Mario y yo hemos llegado a dormir en ella a -15º fuera y -5º dentro. Pero con las niñas, no se nos ocurriría.

 

Preparativos

Decidimos viajar a Kittilä, a 150 kilómetros de Rovaniemi. Tanto los vuelos como el alojamiento nos salían mucho más barato. Incluso las actividades que pretendíamos hacer eran más asequibles aquí que en la zona donde vive Papá Noel. Así que sacamos los billetes, alquilamos una cabaña de madera de ensueño en medio del bosque, reservamos un coche que luego, casualmente, fue una furgoneta, cargamos tres grandes maletas de ropa y…¡para Finlandia! Felices de poder celebrar la Navidad en Laponia, algo tan deseado.

 

Crónica de nuestro viaje

Día 21 de Diciembre: Después de mantener en secreto el destino de nuestro viaje y descubrir las niñas dónde iríamos en el mismo aeropuerto, cogimos el avión hasta Helsinki. Y de allí a Kittilä. Una vez allí, nos montamos en la furgoneta de alquiler y después de comprobar que no patinaba en las nevadas y heladas carreteras de Finlandia nos dirigimos hasta Levi, una estación de esquí situada a unos 12 kilómetros del aeropuerto. En los alrededores de la estación, en pleno bosque, se encontraba nuestra cabaña de madera, que alquilamos desde la oficina de turismo de Levi. Me faltó frotarme los ojos para comprobar que era real. Era una casa de cuento, construida de troncos de madera, rodeada de árboles blancos. Por dentro forrada de madera, con sauna y a 22º constantemente (cuando fuera hace -30º valoras más que nunca el calorcito del hogar).

Día 22 de Diciembre: Una vez que nos acoplamos en la cabaña, comprar la comida para la semana y comer mientras que anochecía, nos dirigimos a hacer nuestra primera actividad con PerheSafarit: safari a una granja de renos en ¡moto de nieve! Fue alucinante. Mi primera vez en moto y sobre la nieve, cruzando bosques y lagos helados.

Día 23 de Diciembre: Llegó el gran día: ¡conoceríamos a Papá Noel! Nos levantamos prontito y nos dirigimos hacia Rovaniemi. No eran demasiados kilómetros pero el pensar en la carretera nevada daba mucho miedito. De 80-90 no pasamos en todo el viaje. Da respeto ver esa carretera que en algunas ocasiones no veías ni rodadas ni leches. Todo blanco.

Ya una vez en Rovaniemi nos dirigimos a la aldea de Papá Noel que se encuentra a unos 10 km de la ciudad. Allí lo primero que hicimos ¿sabes que fue? Visitar a ese hombre grande, muy grande, con una barba larguísima y que no viste de rojo (supongo que el traje que conocemos todos será el de calle). Entablamos una breve conversación con él, en la cual Claudia le dijo que, de parte de todos, nos pedíamos ver una aurora boreal (la carta buena, la de los tropecientos juguetes ya la había mandado por correo). Papá Noel nos dijo que lo intentaría, que haría todo lo posible para que la viésemos.

Después de darnos una vuelta por la aldea de Santa Claus, cruzar “oficialmente” el Círculo Polar Ártico y ver todos los souvenirs del mundo, nos fuimos a comer. Y como estábamos deseando probar el reno nos comimos un ríquisima hamburguesa de “poro”.

Nos quedamos con ganas de visitar el Santa Park, el parque temático de Santa, y el museo Arktikum en Rovaniemi, pero se nos echaba el día encima y había que volver a Levi.

Día 24 de Diciembre: Nochebuena. Esa mañana aprovechamos para visitar una granja de renos y Samiland, un museo ubicado en la misma estación de esquí donde explican todo lo referente a la cultura sami, un pueblo que se dedica al pastoreo de renos y que habita en Laponia, en la de Finlandia, Suecia y Noruega.

Por la tarde, ya de noche, viendo en la aplicación de las auroras boreales que era un momento propicio para ver alguna, decidimos ir a un lugar alto, donde viésemos muy bien el cielo y esperar que apareciesen. Vimos una claridad extraña en el cielo. ¿Será? ¿No será? Estábamos nerviosos. Mario colocó el trípode con la cámara y lanzó la primera foto, con varios segundos de exposición. Cuando terminó me dijo: “Loli, mira”. Puff, igual que la Estrella de Oriente, una aurora boreal verde cruzaba el cielo. Papá Noel dijo que lo intentaría. Y allí estaba: nuestro primer regalo de Navidad.

Día 25 de Diciembre: Navidad. ¡Y Santa Claus llegó a nuestra cabaña! Después de ver nuestros regalos, un buen desayuno y colocarnos las miles de capas encima para salir a la calle, nos dirigimos hacia una visita algo fresquita… el Snow Village, el hotel de hielo en Kittilä. Impresionante este edificio que, anualmente, todos los inviernos construyen con la nieve caída. Espectacular la decoración de las habitaciones y zonas comunes que consiste en tallas en la nieve. Una visita que no te deja indiferente a una temperatura entre -2 y -5 grados.

Día 26 de Diciembre: Este día realizamos una de las actividades más bonitas que hayamos hecho nunca: un paseo en un trineo de perros. Aparte del frío que pasamos es impresionante ver como los perros son capaces de tirar del trineo al compás, deseosos de correr. Disfrutar de ese momento los cuatro juntos en un mismo trineo, conduciendo nosotros mismos, no lo olvidaremos nunca. La realizamos en Wingrens DogSafaris.

Por la tarde decidimos hacer algo que a Lucía le apetecía muchísimo: ir a un spa. Así que allí estuvimos, de piscina en piscina, jacuzzi por aquí, tobogán por allá,… Lo mejor era salir a la piscina exterior, con -28º fuera y el agua a 30º. ¡El pelo se nos congelaba al momento!
Esa noche volvimos a ver las auroral boreales, esta vez sí que las vimos mucho más nítidas, apareciendo y desapareciendo cuando menos te lo esperabas. Un espectáculo delante de nuestros ojos.

Día 27 de Diciembre: Teníamos cerca el parque nacional de Pallästunturi, una de las pocas montañas que hay en Finlandia porque, cosa que nos sorprendió mucho, es exageradamente llana. Solo con ver el increíble atardecer desde allí, el poco sol que vimos en todo el viaje, mereció la pena. Además, aprovechamos en cruzar la frontera con Suecia. Por decir que hemos estado en otro país….

Día 28 de Diciembre: Ooohhh… ya es hora de volver a casa. Después de coger el avión en Kitillä muy temprano y teniendo mucho tiempo de escala en Helsinki decidimos ir a ver la ciudad. Existe un autobús de Finnair que te acerca al centro de la ciudad. Así que, genial.
Nos gustó. Pudimos ver las dos catedrales de Helsinki, la ortodoxa y la luterana, el puerto y el mercadillo que se encuentra allí,… Pero ¡qué frío!

Esta fue nuestra Navidad en Laponia finlandesa, una semana repleta de experiencias que no olvidaremos jamás. Ahora solo queda pensar qué verano volveremos para allá, esta vez con la furgo, porque seguro que Finlandia en verano es otra experiencia muy diferente a la vivida estos días.

Volveremos…

Nuestra Navidad en Laponia: tras la aurora boreal was last modified: marzo 28th, 2017 by Viajando En Furgo
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