No hace falta decirte que siempre buscamos el contacto con la naturaleza en cada uno de nuestros viajes. Necesitamos cambiar de aires, pensar en verde de vez en cuando. Disfrutar del campo y de la montaña es lo que más nos motiva a la hora de elegir un viaje. Y siempre que podemos buscamos alguna ruta de senderismo asequible a las edades de las niñas.
Cuando viajamos a Euskadi, por supuesto, buscamos alguna caminata pensando en ellas. Ya teníamos en mente una ruta muy divertida y mágica, ideal para niños, como fue la del bosque de Oma. Y también nos sorprendimos con la subida al Txindoki, no muy difícil pero dura por el desnivel que supera.
Durante los últimos días de nuestro #EuskadiEnFurgo hicimos una parada para visitar Tolosa, la antigua capital de Guipúzcoa. Al pasar por la oficina de turismo, preguntamos además de por los lugares de interés de la ciudad, por sitios cercanos para hacer alguna ruta de senderismo y disfrutar de la montaña. El simpático informador nos aconsejó que fuéramos a Larraitz, en pleno Parque Natural de Aralar, donde entre otras opciones nos sugirió la subida al Txindoki, una de las montañas más emblemáticas de Euskadi.
En un principio nos gustó la propuesta, pero cuando vimos que había que superar 1000 metros de desnivel, nos echamos atrás. El «kilómetro vertical» superaba todas las expectativas. No hacíamos una ascensión así desde hacía más de 15 años, y con las niñas ni nos lo habíamos planteado nunca.
Aun así después de visitar Tolosa decidimos ir a Larraitz a conocer el entorno de Aralar, ya que nos apetecía pasar los últimos días de vacaciones en la montaña. Aparcamos la furgo en el último aparcamiento, justo donde comienza la ruta y echamos un vistazo a los carteles indicadores… Muchos senderistas bajaban a esas horas del Txindoki, algunos eran corredores de trail que hacían la ruta corriendo. Al final nos decidimos a preguntar a algunos de ellos, y todos nos decían lo mismo; que era algo duro, pero asequible.
Con esta idea nos fuimos a la cama, y a la mañana siguiente pensamos… Bueno, lo peor que puede pasar es que lo veamos muy chungo y nos demos la vuelta. Así que no sabemos cómo, pero convencimos a las peques para intentarlo.
Después de desayunar y preparar las mochilas, comenzamos a caminar. El primer tramo discurre por una pista forestal, que va ascendiendo con una pendiente constante. A unos 800 metros nos desviamos hacia la izquierda por un sendero que comienza con unos escalones de madera, dejando la pista atrás. Todo el camino está perfectamente señalizado y balizado.
Seguimos subiendo por el sendero, que se cruza un par de veces con la pista que hemos dejado antes. Al poco tiempo nos encontramos con un cartel que dice que hemos subido 100 metros. ¡No está mal, ya llevamos el 10% de la subida y no ha sido para tanto!
La pendiente se hace un poco más pronunciada. Vamos dejando atrás los prados de Larraitz y bordeamos un bosque de pinos. Cuando nos queremos dar cuenta ya hemos ascendido 300 metros. Al pasar los pinos que daban algo de sombra el sol pega de lleno. Menos mal que nos hemos dado protección solar.
Cien metros más de ascensión y llegamos a una fuente donde refrescarnos y llenar las botellas. De momento las peques van tirando como unas campeonas. De vez en cuando nos adelanta algún sufrido corredor.
Después viene una zona un poco más abrupta con algún zig-zag. Hay que subir por algunas piedras, pero en todo momento el camino es seguro. Una vez superada esta parte llegamos a unas bordas de alta montaña donde encontramos otra fuente. Desde aquí enseguida llegamos al collado de Egurral. Las niñas empiezan a venirse abajo después de 800 metros de subida continuada, pero ¡no podemos rendirnos ahora! Tomamos un tentempié para recobrar fuerzas y seguimos adelante.
A partir de aquí ya sólo queda el tramo final, los últimos 200 metros que suben a la pirámide del Txindoki. Es la parte más dura y más incómoda de todo el camino. La pendiente es mayor, y hay muchas piedras sueltas. Hay que tener más precaución.
Al pasar a la cara norte nos pega de lleno un fuerte viento. Pero solo por ver el paisaje ya merecía la pena el esfuerzo. Ante nuestros ojos podríamos decir que estábamos ante las Highlands vascas.
Subimos lo poco que nos queda, prácticamente ya trepando por las rocas y ¡Lo conseguimos! ¡Hemos llegado a la cima!
En este momento nos damos cuenta que lo bonito que es superar un reto, pero más aún si se hace en familia. Nos sentimos orgullosos de nuestras hijas, de cómo responden ante la dificultad y de cómo disfrutan como nosotros de la montaña, aunque en un principio no quisieran hacerlo y fuera necesario darles un “empujoncito”.
Ya solo quedaba la vuelta… Ya sin prisas, sabiendo que lo habíamos conseguido y que ya todo el camino era cuesta abajo.
Txindoki, Larrunarri o Ñañarri, de 1.346 m de altitud, está situado en la sierra de Aralar y es uno de los montes más emblemáticos de la provincia de Guipúzcoa y del País Vasco. También se le llama el Cervino Vasco por su forma similar. La subida llevará unas 2 horas, y hora y media la bajada. Nosotros con las niñas tardamos unas 3h en subir y 2h en bajar, tranquilamente y haciendo paradas.
Desde la A1, si venimos desde el sur, salimos a la altura de Villafranca de Ordicia y pasamos por Zaldivia y Saturdi hasta Larraitz. Si venimos desde el norte, dejamos la A1 al pasar Tolosa en Alegría dirección a Amézqueta y después Abalcisqueta para llegar a Larraitz
En furgo y en autocaravana, sin problemas en el aparcamiento de Larraitz, junto al área recreativa. Hay fuente, mesas y aseos. Si no en cualquier alojamiento rural de la zona.
Dónde comer:
En Larraitz hay dos restaurantes junto a la ermita. O al aire libre en el área recreativa. Si no, en cualquiera de los pueblos. Aquí se come bien en todas partes.
También hay un parque de aventura junto a la ermita. Este fue el premio para las niñas por su esfuerzo. Mientras que nosotros nos tirábamos en un banco sin fuerzas ni para pestañear ellas disfrutaron de varios circuitos multiaventura de distintas dificultades. (Cuando los niños dicen que están cansados, probablemente mienten).
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