Cuando entras en Croacia por la frontera, de ésas a las que ya no estamos acostumbrados si viajas por Europa, piensas en cómo el país se ha recuperado de una guerra que finalizó hace 20 años, relativamente, hace poco: multitud de turistas, ciudades y pueblos plagados de hoteles, restaurantes en cada rincón,… Una costa preciosa y pueblos con encanto que han sabido sacarle el mejunje para resurgir de las cenizas.
Pero el cuento cambia cuando te diriges hacia el interior. Este no es tan turístico y se nota. Aquí sí que se aprecia el paso de la guerra. Es duro ver edificios cubiertos de agujeros por los disparos. Es más, se pueden ver distintas casas que comparten fachada, una con las marcas de la metralla y otra no, lo que te da a entender qué familia posee mayor poder adquisitivo, con posibilidad de arreglar su vivienda. Incluso, nos encontramos con el museo de la guerra al aire libre, dos edificios en ruinas y varios vehículos militares destrozados en batalla. Sí, es duro, pero te hace reflexionar sobre cómo es el ser humano y lo que es capaz de hacer.
Uno de los lugares que visitamos en nuestro viaje de 2012 fue Plitvice. El parque nacional de los lagos de Plitvice, en el interior, es un monumento natural que atrae numerosos visitantes cada año. Al ser muy turístico no se aprecia la huella de la guerra.
El parque nacional de Plitvice es fascinante. Lagos, cascadas, pozas,… se continúan para mostrarnos un paisaje de una belleza exquisita. El agua corre sin parar. Y un agua… tan clara que, el fondo parece estar al alcance de la mano.
Las entradas tienen varias tarifas según el recorrido que decidas hacer: desde el recorrido “A”, de unas 2-3 horas de duración, en la que recorres la parte más baja del río y, por tanto, la más turística, hasta el recorrido “K”, de 6 a 8 horas, en la que haces todo completo. Incluye la subida hacia la parte alta en bus. Una vez aquí vas bajando por un camino marcado, pasando por pasarelas y puentes para admirar los saltos de agua. Al llegar al gran lago central, con esta misma entrada, tienes acceso al barco eléctrico que cruza el lago, para poder continuar por los “lower lakes” y ver la “gran cascada”.
Nosotros elegimos este recorrido. Echamos el día pero mereció la pena. Eso sí, fue una paliza, pero también te digo que las niñas estaban más frescas que yo.
Para dormir allí hay muchas opciones. Nosotros, con la furgo, pasamos la noche de antes y después en un “autocamp”. Tenía baños y duchas. Pero lo mejor es que te acercan en coche al parque, y al final de la visita, llamas y te recogen. Así que no tienes que mover la furgo y te ahorras el parking. El área está situada entre Korenica y el parque, a pocos kilómetros de éste.
Ya en el viaje de vuelta, como habíamos leído sobre un restaurante en Korenica que se comía bien y además te permitían dormir en el aparcamiento, pues allá nos fuimos. Es el Bistro Marina. Su especialidad es el cerdo asado en horno de leña. La verdad es que es la especialidad de todos los bistros o restaurantes. Te topas con cerdos asados allá por donde vayas. La cena fue exquisita y además muy barata. Y, alojamiento gratis. ¿Qué más podemos pedir?
Datos de interés:
Ubicación:
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Precios (2012)
* Museo de la Guerra: la voluntad
* Entradas al parque: 275 kunas (35,75€), dos adultos y dos niños.
* Autocamp: 300 kunas (39€), dos días.
* Cena en el bistro Marina: 250 kunas (32,50€), cuatro adultos y las dos niñas.
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