Matterhorn: un símbolo en los Alpes

Hace cinco veranos estrenábamos furgo, y para comenzar nuestros viajes decidimos tirar para los Alpes, algo que nos apetecía mucho, mucho.

Fue un viaje que disfrutamos como enanos, primero porque teníamos nuestra deseada furgoneta, y segundo porque la zona es increíble. ¿Te lo imaginas?: inmensas montañas cubiertas de nieve en pleno junio; glaciares que, aunque hayan perdido con respecto a otros tiempos, impresionan igualmente; tocar tres países en el mismo viaje (Francia, Suiza e Italia); cumbres tan emblemáticas como el Mont Blanc o el Matterhorn…

Los Alpes dan para mucho, desde luego, así que empezaré por este pico, el Matterhorn o Cervino, dependiendo donde estés, en Suiza o Italia.

Seguro que te suena esta montaña. ¿Recuerdas los Toblerones? Pues el dibujo que aparece en un extremo es el Matterhorn. Por eso esa forma triangular del chocolate. Es cierto que el Matterhorn es diferente a cualquier montaña. De ahí las ganas que teníamos de verlo de cerca. Para llegar a él es toda una odisea, pero una excursión chulísima. Te cuento:
Para llegar al Matterhorn por Suiza, el pueblo más cercano es Zermatt al cual no puedes acceder con el coche ya que es todo peatonal. Se puede acceder desde Täsh de varias maneras: a pie o bicicleta, en taxi o bus eléctrico, coche de caballos o tren. Esta opción es la que elegimos nosotros. Decidimos pasar la noche anterior en el camping Täsh, muy cerquita de la estación, y olvidarnos, así, de ver dónde dejábamos la furgo.

¡Qué bonito es Zermatt! Es… como me lo imaginaba… tipo Heidi, como digo yo: casas de madera con los balcones cubiertos de flores, todo el pueblo con la misma estética, rodeado de inmensas cumbres,… Y, si además tienes la suerte de poder ver el Matterhorn asomando al final de alguna calle, es idílico.

Queríamos ver éste mucho más cerca y, ya que con las niñas era imposible subir andando, cogimos en el mismo pueblo un telecabina que sube hasta los 2.583 metros de Schwarzsee (lago negro), donde se encuentra un hotel y restaurante. El telecabina es caro (en general, en Suiza es caro todo) pero, ya que estábamos allí ¿cómo no íbamos a subir? Desde luego mereció la pena. Llegar allí y ver esa majestuosa montaña delante no tiene precio. No es de extrañar que sea el reto de muchos escaladores.

Allí estábamos, los cuatro, casi casi en la base. No te puedes imaginar la ilusión que me hacía estar allí. Tanto es así, que como anécdota te contaré que, comiéndonos el almuerzo, acompañándonos ese paisaje tan espectacular, a mi hija se le cayó ¡su primer diente! Y no pude evitar emocionarme porque pensaba que no había lugar mejor donde se le podía haber caído. Así que, esa noche vino el Ratoncito Pérez “suizo” a la furgo.

Siguiendo el viaje nos dirigimos hacia el valle de Aosta, ya en Italia. Queríamos ver el Matterhorn, ya el Cervino, desde el otro lado. Cervinia no es Zermatt. Es una estación de esquí, por lo que, para mí, no tiene tanto encanto. Incluso la montaña, por el lado suizo es más imponente. Eso sí, ahí seguía la maldita nube que nos impidió ver al completo la cumbre.

Con intención de volver a ver el Cervino más cerca y andurrear un poco volvimos a coger un telecabina hacia el lago Goillet: un paisaje precioso y… el telecabina más barato, todo hay que decirlo.

Si llegas hasta aquí, no te puedes perder el lago Bleu. Justo antes de llegar a Cervinia está indicado en la misma carretera. Es un lago azul, precioso, en el que hay unas vistas del Cervino impresionantes, si la dichosa nube os deja disfrutar de ellas, claro.

Datos de interés:

Ubicación:

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Precios en 2.009:

* Camping Täsh: 55€ (dos noches, dos adultos, dos niñas, la furgo)

* Tren Täsh-Zermatt: 20€

* Telecabina Zermatt-Schwarzsee: 64€

* Telecabina Cervinia: 18€