Si estás buscando una ciudad europea que sea fácil de recorrer y muy agradable para visitar en familia, esa ciudad puede ser la capital de Irlanda. No esperes una ciudad con grandes monumentos pero tiene tanta vida en sus calles que la hacen única.
Visitando Dublín en familia te encontrarás tan a gusto como en el resto de Irlanda por el carácter tan afable de los irlandeses. Si te encuentras en algún lugar con un mapa en la mano, alguien se parará a ofrecerte su ayuda. O en el momento que te dispones a hacer un selfie familiar, surge un montón de almas caritativas dispuestas a hacerte un retrato. Lo reconozco: ¡me encantan los irlandeses!
Dublín, aunque aparentemente no sea una ciudad preparada para los más pequeños, tan solo pasear sus calles puede ser muy divertido. Además hay ciertos lugares que no te puedes perder si visitas Dublín con niños:
Somos de la opinión de que cuando visitamos una ciudad o un país, deberíamos saber un poco sobre la historia de estos. Así podemos entender mucho mejor por qué son cómo son.
Por eso la visita a Dublinia es muy interesante y divertida para los peques. Nos explican de una manera muy amena el pasado vikingo y medieval de Dublín. Con juegos, disfraces, recreaciones de la ciudad y figuras de tamaño real harán que aprendamos mucho sobre la creación y evolución de la ciudad.
Aunque sea la calle más comercial de Dublín, también es la calle que muchísimos artistas callejeros usan como escenario para dar a conocer sus trabajos. Podemos ver al acróbata, al cantante o, incluso, al músico con su piano de cola.
Muy cerquita de allí se encuentra la famosísima Molly Malone, una estatua de bronce que representa a una vendedora de berberechos y mejillones como dice la canción que, escrita a finales del siglo XIX, es todo un himno en Dublín e Irlanda entera.
Por el extremo sur de Grafton Street llegamos a la puerta norte de estos jardines que se encuentran en todo el centro de la ciudad. Un respiro para que los niños disfruten correteando por las praderas de césped verde, de ese que no se estropea cuando se pisa (un lujazo), en los juegos infantiles o viendo los patos en el pequeño lago.
Acceder al campus de la universidad más antigua de Irlanda es como retroceder a otra época. Rodeado de edificios de arquitectura clásica, es muy agradable pasear por él, enlazando los patios interiores que van formando estos edificios.
Muy, muy recomendable es visitar la biblioteca del Trinity Collage. Esta se reparte en ocho edificios donde se encuentran más de 4,25 millones de libros. Se debe a que reciben un ejemplar de cada uno de los libros que se publican, tanto en Irlanda como en Gran Bretaña.
La sala principal, la que es visitable, no deja indiferente a nadie. Con 65 metros de largo y una altura impresionante, acumula en sus numerosas estanterías más de 200.000 libros antiquísimos. El más antiguo de ellos es el Libro de Kells. Escrito por unos monjes en el siglo IX contiene los cuatro evangelios en latín. Este se encuentra en la Antigua Biblioteca acompañado de unas grandes medidas de seguridad.
En la sala principal también podemos encontrar el arpa más antigua de Irlanda, la que eligió la fábrica de cerveza Guinness como emblema, pero simétrica a la original.
Hay que cruzar por el puente peatonal más famoso de Dublín que se sitúa sobre el río Liffey. Tiene este nombre porque hace muchísimos años se cobraba medio penique para cruzar de un lado a otro, de la parte más humilde (la zona norte) a la señorial (la zona sur).
Es, probablemente, uno de los barrios más bonitos de la ciudad, además de la zona de pubs más típica. Encontrarás pubs, cafeterías, espacios culturales o tiendas de recuerdos ya que es una zona muy turística.
El pub más conocido, y me apuesto lo que sea a que es el más fotografiado, es Temple Bar. Dicen que el barrio adquiere ese nombre por el pub.
Es un buen lugar para comerse un delicioso desayuno irlandés. Suelen costar 10 € pero si te lo terminas ya no hace falta que comas más durante todo el día.
Dublín tiene muchos más atractivos como Christ Church, la catedral de San Patricio, Phoenix Park, la fábrica de Guinness, la destilería de Jameson o la cárcel Kilmainham Gaol.
Pero para imaginarte cómo es Irlanda hay que salir de Dublín. Lo bueno es que no hace falta irte muy lejos para ver los prados verdes o grandes acantilados. Te aconsejamos que, si tu viaje es una escapada a Dublín de pocos días, dediques al menos uno de ellos para acercarte a la costa, concretamente a Howth. Es una pequeña península a muy pocos kilómetros de la capital irlandesa.
Si no tienes muchas ganas de complicarte la vida conduciendo por la izquierda o prefieres dejar tu vehículo aparcado si viajas con él, puedes hacer alguno de los tours que ofrece Irlanda en Español, como hicimos nosotros. Lo bueno de estos tours guiados es que aprendes mucho, no solo del lugar que visitas, sino también de la historia, cultura, tradiciones y muchas cosas más de Irlanda, y además en nuestro idioma.
Nos montamos en un minibus junto a nuestro guía dispuestos a conocer los alrededores de Dublín. Nuestro punto final era el pueblecito pesquero de Howth. Pero antes de ello pasamos por otros dos puntos intermedios.
Este edificio neoclásico del siglo XVIII fue la “casita de recreo” del conde Charlemont. Rodeada de un espléndido jardín lo que más llama la atención son los trucos que utilizó el arquitecto para que tuviese una apariencia sencilla. Por ejemplo, las columnas exteriores esconden las bajantes pluviales y las vasijas que se encuentran en la cubierta son chimeneas.
El interior, que no pudimos visitar por encontrarse en obras, dispone de 16 habitaciones divididas en 3 plantas. Como ves, muy sencilla la casita 🙂
Este castillo que está muy cerquita de Dublín es un castillo de cuento, con sus fantasmas y todo. Merece la pena visitarlo porque es precioso, por dentro y por fuera.
La visita se hace con audioguía y se recorren todas las estancias, algunas dignas de mencionar. Por ejemplo la sala de roble, una habitación de techos y paredes de roble tallado con unos relieves preciosos. Y las habitaciones de los que eran los propietarios están decoradas con todo tipo de detalles.
Dispone de un jardín botánico con un invernadero precioso en medio de la gran variedad de especies de todas las partes del mundo.
Éste es un pequeño pueblo pesquero con mucho encanto. Pasear por el pueblo y por su espigón es una gozada, como comer en alguno de los muchos pubs y marisquerías que se encuentran muy cerquita. Y para rematar, si tienes suerte puedes ver asomar alguna foca en la zona del puerto. Hemos de decir que sí que tuvimos suerte. ¡Ah! Y no olvidemos a las innumerables gaviotas pendientes para ver si cazan algo.
No te puedes perder el sendero que recorre parte de los acantilados de esta península. Aquí sí que dirás “Esto es Irlanda”.
Nuestro minibus nos dejó en una de las partes más altas, desde donde podíamos apreciar un paisaje espectacular compuesto por los acantilados verdes, el mar, las nubes grises que nos acompañaron todo el viaje y el faro. El recorrido caminando hasta el pueblo, de una hora y media más o menos, es muy muy bonito, y nada complicado.
Si tu intención es alejarte algo más, a hora y media de Dublín hacia el sur y cruzando las colinas de Wicklow se encuentra Glendalough. Son las ruinas de un antiguo monasterio en las que resalta la alta torre circular y el cementerio repleto de típicas cruces celtas.
Para aprovechar bien el día podrías hacer como hicimos nosotros. Dejamos la furgo en un parking público situado entre Upper Lake y Lower Lake. En las colinas que bordean el Upper Lake (el lago de arriba) podemos conocer muchos lugares vinculados a St. Kevin, el fundador del monasterio allá por el siglo VI, como los restos de su vivienda llamada St. Kevin’s bed. Además hay muchísimos caminos, ideales para caminar y conocer un poco más esa zona.
Siguiendo por el lado derecho del Lower Lake, llegamos a las ruinas del monasterio. Desde luego, se encuentra en un entorno espectacular. Un paseo entre las cruces y vuelta por el lado opuesto del lago. Un camino la mar de agradable.
Esta vez al norte de Dublín, a una hora más o menos, se encuentra la colina de Tara. Es un lugar mágico, sin duda. Y poder verlo como lo vimos nosotros más, un día lluvioso en el que, en un momento dado, salió el sol, acompañado de un radiante arco iris.
La piedra del Destino o Lia Fail en gaélico, se encuentra en la parte alta de una colina verde, sin árboles, desde donde se divisa todo alrededor con una especie de neblina, cubriendo el horizonte. Corona este lugar desde hace 4000 años.
Es un lugar sagrado ya que aquí era donde se coronaban a los reyes de Irlanda en el Neolítico. Cuenta la leyenda que los candidatos tocaban la piedra y era ésta la que elegía al futuro rey. Cuando el postulante tocaba la piedra y era el que tenía que ser, ella gritaba.
Aunque no se aprecie demasiado hay muchas montañitas que se piensan que son tumbas como la tumba de los Rehenes que podemos ver aquí mismo, semejantes a las que vimos en Newgrange, un poco más al norte.
La visita a Glendalough y la colina de Tara son partes de distintos tours de Irlanda en Español.
Y muy cerquita de aquí, se encuentra las ruinas de la abadía de Bective. Las niñas se lo pasaron genial descubriendo todos los recovecos que forman los muros que quedan en pie. Aunque son ruinas, cada piedra está muy bien sujeta para que no haya ningún accidente.
Apenas 200 metros se encuentra Bective Mill B&B donde pernoctamos un par de noches, como ya os contamos en nuestra ruta Viajando en furgo por Irlanda. Un lugar ideal para continuar hacia Irlanda del Norte.
Como ves, Dublín en familia y sus alrededores son dignos de conocer y disfrutar. Una escapada a Dublín es factible. Solo falta encontrar unos vuelos baratos. Pero como te hemos dicho antes, súper recomendable salir de la ciudad al menos un día. Te harás una idea de cómo es Irlanda, lo bonita que es Irlanda.
Queremos dar las gracias a Irlanda en Español por toda la ayuda ofrecida a la hora de pernoctar en los alrededores de Dublín y poder disfrutar del tour Howth y Malahide.
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