Una de las cosas que más nos engancha de viajar en furgoneta camper es el hecho de descubrir lugares impresionantes, rincones que la ignorancia no ha querido que se pongan delante de nuestros ojos. Hasta el día que los conoces, te sorprenden y quieres disfrutar de ellos a tope. Esto nos ha pasado cuando hemos descubierto Chulilla: su cañón del Turia, las vías de escalada, rutas de senderismo y sus puentes colgantes.
Valencia no es solo Fallas y playa. Si conoces su interior estarás conmigo en que es alucinante. Si no, no pierdas ni un minuto en conocerlo porque te sorprenderá.
Coger la A3 desde Madrid siempre me recuerda a mi infancia, a los meses de agosto que pasábamos en familia en la costa valenciana. Pero esta vez, al llegar a Requena no hemos continuado. Nos hemos desviado hacia el norte, hacia el parque natural de Chera-Sort de Chera. Tan solo lo atravesamos por la estrecha y sinuosa carretera que lleva a Chulilla, pero ya está apuntado para volver y explotar la zona, porque es un lugar que promete.
Unas curvas más y, de repente, aparece un pequeño pueblo a lo lejos, de casitas blancas, incrustado en la montaña. ¡Y yo sin la cámara preparada!
Según vamos llegando a Chulilla vamos viendo las altas paredes que protegen al río Turia y que son el encanto de escaladores de todo el mundo, como pudimos comprobar. Varias furgonetas de varios países se concentraban en el parking del pueblo, suponiendo que muchos de sus dueños eran escaladores dispuestos a probar la roca.
El pueblo es encantador. Casas blancas, de teja roja y estrechas calles. Muchas de éstas son totalmente inaccesibles para un coche; la principal, regulada por semáforos para que dos vehículos no coincidan. En la parte alta se ve la muralla del castillo árabe que domina el pueblo. Y unas vistas impresionantes de la hoz del Turia.
Chulilla invita a caminar, adentrarte en el cañón para admirar las paredes desde abajo y ver el espectáculo que nos ofrecen los escaladores encaramados en la roca. Por eso es un lugar genial para practicar el senderismo con niños. Podemos encontrar rutas sencillas y ¡muy entretenidas!, ideales para que los peques no se aburran caminando. Estas son las rutas que realizamos:
El Charco Azul
Comenzamos en la agradable plaza de Chulilla. Nos adentramos en el pueblo sin perder de vista el castillo en la parte alta, siempre bordeándolo. Señales blancas y verdes nos indican el camino. Llega un momento en que se acaban las casas y cogemos un camino que accede a las vías de escalada de este sector.
Este tramo de camino nos lo podemos saltar porque volveremos al pueblo, donde veremos las indicaciones para coger el camino que nos llevará hasta el Charco Azul. Pero es tan impresionante el camino, ver a los escaladores desde abajo, o pasar por debajo de los abrigos que forman las rocas, que os lo recomendamos.
El camino hacia el Charco Azul comienza a bajar, ya que tenemos que llegar al río. Llegaremos a una explanada ideal para comernos un tentempié. Desde ahí seguimos caminando por un camino muy sencillo dentro del cañón disfrutando del entorno.
Casi sin querer nos toparemos con el Charco Azul, una preciosa zona de baño en verano. Veremos que en la pared de la derecha se encuentra una pasarela. Para acceder a ella tenemos que volver sobre nuestros pasos y a la izquierda hay un desvío que cogeremos llegando al río, el cual cruzaremos por unas piedras. Más diversión para los más pequeños.
La pasarela tiene tramos un poco descuidados, pero pasar por ella, siempre con cuidado, es parte de la aventura.
Desde este punto podemos volver al pueblo. Así haremos la ruta circular. Pasaremos por la estructura de canalización del agua y subiremos poco a poco lo que anteriormente habíamos bajado. Pasando por algunos huertos llegaremos de nuevo al pueblo.
La ruta de los puentes colgantes
También conocida como ruta de los Pantaneros ya que, en los años 50, era el camino que recorrían los trabajadores del embalse de Loriguilla desde Chulilla.
Dentro del entorno natural de Los Calderones se encuentra esta sencilla ruta que encantará a toda la familia, tanto grandes como pequeños.
Pasado Chulilla seguimos las indicaciones del Eco-parque. En la explanada que se encuentra en la puerta dejamos el coche. Continuamos andando escasos metros por la carretera hasta encontrar las indicaciones de la ruta a la izquierda. Desde aquí ya se puede divisar el cañón del Turia y por dónde discurre el camino.
Comenzamos con un ligero ascenso por la parte alta del cañón. Quizá ésta sea la parte más delicada de la ruta. Tan solo hay que tener un poco controlados a los más pequeños.
Llegaremos a unas empinadas escaleras que bajarán hacia el primer puente colgante. Divertidísimo sentir como se mueve a nuestro paso.
El camino continúa río arriba, sencillo y sin pendiente, totalmente encañonado. Aquí podemos admirar la altura de las paredes que protegen al Turia y disfrutar observando a algún intrépido escalador.
Llegamos al segundo puente. Este no tiene tanta altura respecto al agua, pero es igual de divertido.
Seguimos caminando hasta llegar a la presa del embalse de Loriguilla. Unos 5 km. andando, más o menos. Una hora que se nos ha pasado volando.
La ruta se puede hacer circular pero son bastantes kilómetros más. Nosotros decidimos volver por el mismo camino.
¿Qué no tienes plan para este fin de semana? Pues aquí tienes uno, genial para los peques y furgoneteros. Como ves Chulilla es un paraíso en el interior de Valencia, ideal para un fin de semana en la naturaleza.
¿Te animas?
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